Descolonizar
primer paso para desconquistar
Iñigo
Saldise Alda
“Lo
que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el Océano”.
Isaac Newton, físico, filósofo, teólogo, inventor, alquimista, y
matemático inglés.
Gracias
a uno de los numerosos trabajos realizados por el genial jurista e
historiador nabarro Tomás Urzainqui Mina, que lleva por título La
desconquista e independencia de Navarra,
editado
por Pamiela, dentro
del movimiento que podíamos llamar “nabartzale” o “nafartzale”,
si preferís, el cual se identifica por la continuada búsqueda
pacífica de la independencia, soberanía y recuperación de la
Estatalidad de Nabarra, se está utilizando en los últimos tiempos
el acertado, a mi parecer, un término de un gran marcado carácter
político de desconquista.
Bien,
pese a todo, creo que cualquier persona entenderá que desconquista
es el proceso a llevar a cabo por la sociedad nabarra, de una manera
o forma absolutamente contraria a la de la conquista sufrida por la
Nación nabarra. Pero para ello, más de cinco siglos después de la
invasión y ocupación, con conquista y genocidio, llevada a cabo por
los españoles contra el Pueblo de Nabarra entre los años 1512 y
1530,
es imprescindible un amplio y marcado proceso, tanto personal como de
la Nación nabarra, de descolonización política, esencialmente.
Este
proceso de descolonización debe comenzar en el ámbito personal
mediante el conocimiento de nuestra historia, tanto soberana como
sojuzgada. Por ello es importante reconocer el trabajo de grandes
patriotas e historiadores de Nabarra, como el ya mencionado Tomás
Urzainqui, Jon Oria Oses, Mikel Sorauren, Pello Esarte, Álvaro Adot,
Eneko del Castillo, Aitzol Altuna,… entre otros muchos, tanto
contemporáneos nuestros como del pasado, pues son sus
investigaciones las que nos están permitiendo la
auto-descolonización mental, personal, que es la que fundamentará y
posibilitará finalmente la descolonización completa de la Nación
nabarra, permitiendo y facilitando la necesaria, por libertaria que
es, desconquista del Estado de Nabarra.
Dicho
esto, en el presente escrito me quiero centrar en la inexistencia de
unas Cortes legítimas para la Nabarra conquistada por los españoles
en el periodo comprendido entre los años 1512 y 1841, al cual
algunos autores le dan un carácter de legitimidad, desde el punto
principal del mantenimiento de la independencia con respecto al Reino
de España, sustentada en una supuesta Union
aeque principaliter.
Así pues, los nabarros de la actual C.F. eran libres y unidos por su
propia decisión al Estado de España bajo la figura del monarca
español.
Esta
interpretación ha sido mantenida incluso a fuego y espada a lo
largo de la historia de la post-conquista. Aunque pocos conocen que
la aparición de la misma se da por primera vez en un documento
español del año 1645. Posteriormente a lo largo de la historia, la
defensa de dicha hipótesis fue llevaba a cabo tanto por el
movimiento conocido como carlista, surgido en el siglo XIX ante una
lucha dinástica dentro del Reino de España, como posteriormente en
el autodenominado “navarrista” surgido en el siglo XX dentro de
la dictadura de Francisco Franco, que sigue patente entre la sociedad
de la Comunidad Foral actual, tras transformar e incluso
innegablemente malinterpretar, el mencionado resurgimiento
identitario nabarro del siglo XVII, al amparado en las labores
realizadas por el jurista español Juan de Solórzano y Pereyra, dato
notoriamente contradictorio éste, que finalmente se desarrolló con
mayor fuerza a lo largo el XVIII, una vez pasadas varias generaciones
de nabarros y nabarras, tras la invasión, ocupación y conquista
española del año 1512.
Lo
cierto fue que el monarca español, es decir, el agresor o invasor,
sancionó unas Cortes ilegitimas para que su persona fuera reconocida
como monarca de los nabarros y nabarras. Matizando lo de ilegítimas
debemos conocer que en dichas Cortes solo estaban unos pocos
partidarios de Luis IV de Beaumont, mayoritariamente emparentados con
su persona, al cual por mandato Real de Catalina I de Nabarra y Juan
de Albret (III de Nabarra) se le despojó de su nacionalidad nabarra
por traición en el año 1507, quitándole el título de caballero
nabarro, el título de Conde de Lerín y el oficio de Condestable de
Nabarra, entre otros títulos y
oficios, que
posteriormente le volvería a conceder Fernando II de Aragón, rey de
España, conocido en estos lares como el
Falsario.
Pero
sino estamos contentos solo con esto y no llegamos todavía a
descolonizarnos mental personalmente, tras su ilegal nombramiento
infringió su primer Contrafuero al nombrar y poner a un virrey
extranjero, concretamente español, para gobernar y someter a los
nabarros que aún le combatían en nombre de los legítimos reyes de
Nabarra.
Esta
labor fue continuada e incrementada por los monarcas españoles que
sucedieron al aragonés, llegándose incluso a otorgar el perdón
real o imperial español por Carlos I de España, V de Alemania, a
todos aquellos nabarros legitimistas que le combatían, además de
títulos y posesiones fuera de los territorios de Nabarra, buscando
su control, su total
colonización.
De
todas formas y a modo de razonamiento final, la continua lectura de
nuestra historia, tanto de autores nabarros, como españoles, como
franceses, como …, etc., nos sirve para llevar a cabo una “lucha
interna” que varía nuestros conocimientos en materia
histórico-política y que nos permite irnos descolonizando
paulatinamente,
poliki poliki,
lo que finalmente debe llevarnos obligatoriamente a la ansiada
libertad mediante la desconquista de nuestro Estado de Nabarra.